¿La fiesta de la Alasita o de las Illas e Ispallas comienza el 21 de diciembre?

ALASITA: Una interpretación histórica de lo que fue una Festividad Ritual Cíclica Dedicada al Eqeqo, Deidad Andina de la Producción, Reproducción y Fecundidad Agrícola y Ganadera, y del Bienestar Humano.

CONCLUSIONES PRELIMINARES No se conoce información fehaciente respecto a celebraciones de Alasita durante la fundación de la ciudad de La Paz. No está testimoniada en las Actas Capitulares de la ciudad de La Paz (1548¬1562), como sucedió con las festividades de Pascuas de Navidad, Reyes, Resurrección, Corpus y Espíritu, en las que se obligó a los indígenas y sus caciques inclusive a participar con sus danzas en los rituales católicos en 1557 y recién en 1562 se estableció la corrida de toros. Los datos escritos recién aparecen en el siglo XVIII y S. XX (Ponce 1982: 201; Santos 1990: 7). La festividad de Alasita no pudo haberse realizado en los meses de agosto a noviembre, puesto que es la época seca en el calendario andino (Berg, 1987). Quizá sí en diciembre, vinculándose al inicio del jallu pacha, en el solsticio de verano como aseguran la mayoría de autores desde Rigoberto Paredes (1920) hasta David Mendoza (2007). Tampoco podría ser una fiesta de la primavera, puesto que el Ciclo Ritual Agrícola aymara se divide en solo 3 estaciones: Fría, Seca, Húmeda. La división en cuatro estaciones más pareciera inkaica y europea; además algo a tomar en cuenta es que “...de hecho, las fuentes coloniales no ofrecen palabras referidas a la primavera ni a otoño” (Berg 1987: 167-170). Los especialistas coinciden en que las estatuillas del Eqeqo encontradas en territorio boliviano (Tiwanaku e Isla del Sol) están vinculadas a esferas rituales y religiosas de las culturas Tiwanaku e Inka. Esta festividad ritual dedicada al Eqeqo fue practicada subterráneamente durante la Colonia; recobró vigencia en el S. XVIII, durante la administración de Sebastián de Segurola 1783 – 1789, quien la trasladó finalmente al 24 de enero en homenaje a la Virgen de Nuestra Señora de La Paz, probablemente buscando demostrar la superioridad de la religión católica frente a los cultos andinos.  Coincidimos con autores en que el cambio de fecha desvirtuó el sentido original de la fiesta ritual de carácter cíclico. Esta desestructuración fue parte del objetivo de los extirpadores de idolatrías; no podía ser menos luego de la derrota de la rebelión indígena de 1781. Sin embargo, el proceso de reinserción del culto ancestral al Eqeqo fue disimulado y representa la sobrevivencia de la religiosidad andina, una especie de triunfo contra la extirpación de idolatrías. El carácter cíclico de la festividad y la tradición de poseer illas de cualquier tipo y forma  vinculadas a la producción agrícola y ganadera, el bienestar material, bienestar físico y espiritual, la fertilidad vegetal, animal y humana, se ha mantenido desde épocas precolombinas. Esto se corrobora con la información ofrecida por los cronistas de la Colonia, los arqueólogos de Tiwanaku y los investigadores contemporáneos, y sobre todo por la costumbre mantenida en Alasita por ciudadanos bolivianos/as provenientes de todas las clases sociales y diferente origen cultural que concurren a la festividad anualmente. Con muchos cambios, conviviendo con otros símbolos modernos y nuevas Illas, este culto se ha mantenido hasta hoy, está presente en el mundo simbólico de los asistentes a la festividad de Alasita, aunque no ha mantenido su estatus divino en el panteón andino, más bien ha tenido varios cambios e influencias por similitud o por imposición de tradiciones religiosas católicas y por nuevos valores de la modernidad capitalista. La tradición andina de Alasita y el rito al Eqeqo es patrimonio cultural intangible de paceños y bolivianos con mucha admiración y culto por los peruanos. Representa un ritual cíclico de carácter intercultural entre la identidad aymara y la identidad mestiza, expresa simbólicamente el encuentro de los habitantes detrás de objetivos comunes ante la continua crisis económica de la población: Esperanza, bienestar económico, bienestar espiritual y bienestar físico. Las estatuillas de Eqeqo elaboradas en material de yeso fueron introducidas durante la época colonial. El más antiguo fue de propiedad de Federico Diez de Medina y transferido al Museo de Arte Popular (con el ítem N° 52). Según el arqueólogo Ponce Sanginés (1969/1982), no hay acuerdo si este idolillo, que actualmente se encuentra en las bodegas del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF), sea de fines del siglo XVIII o del siglo XIX (Figs. 08 y 09). Lo que sí tiene respaldo es que, junto a otras imágenes en yeso con similares características y mayores dimensiones, también conservadas en el MUSEF (Figs. 10 y 11), constituyen los ejemplares más antiguos de la Colonia, aspectos que podrán ser esclarecidos con la datación y el tratamiento especializado de los técnicos de esta institución. Queda en duda si las imágenes de las wacas traídas al Cuzco para la fiesta de alaui situa, puedan ser llamadas illas o comparadas con éstas, pues las illas normalmente son miniaturas. Además, los especialistas informan que no se conoce  hasta hoy la efigie de Tunupa, pero consideran que pudo haber sido la misma que el Ekako; algunos creen que es el mismo “...dios T’unupa que posteriormente quedó asociado al Apóstol Tata Santiago” (R. Calderón 2004); otros lo relacionan con el dios aymara Illapa o Illapu sustituido luego por el dios inkaico Wiracocha (X. Medinaceli et al. 2008). Todo esto demuestra la pervivencia de algunos rasgos culturales precolombinos que para esclarecerse deberán investigarse aún más. La Alasita es una oportunidad cuando se PIDE algún deseo para que sea concedido. Normalmente, es una solicitud a la Pacha Mama y al Eqeqo para que dé “buena producción, bienestar y fertilidad”. Mientras que el alaui situa es una fiesta de AGRADECIMIENTO al Hacedor, al Sol y al Trueno y de solicitud de salud para el año. Aspectos que tendrán que resolverse con nuevas investigaciones.  La festividad, rituales y hasta la hora de realización de alaui situa (unos sostienen que se realizaba por la noche y otros consideran que fue a medio día) es descrita como una festividad inkaica, pero se dice que la tradición de Alasita y el Eqeqo es anterior a los inkas. A pesar de los indicados cambios sufridos desde el Inkario, observados hasta el presente, tanto en el material, la apariencia y jerarquía litúrgica, el Ekeko es muy importante en la feria de Alasita y la población aún le atribuye una triple facultad proveedora: De fortuna, de dicha y del amor, es decir, de éxito al que lo posee. Atributos que Ponce los explica como “…una expresión de magia homeopática, que obedece a la ley de la semejanza…” (Ponce, 1982: 199). Finalmente, hay varios aspectos por profundizar en la investigación, tanto en significados como en fechas que difieren en la tradición oral de tantas centurias, como entre los mismos autores y los propios cronistas, observadores coloniales que en muchos casos ni siquiera tuvieron el beneficio de la observación directa sino, recopilaron información de otros informantes.
La investigación Completa se encuentra en:
Galo Illatarco Peñarrieta Jefe de la Unidad de Servicios Públicos Culturales Ministerio de Culturas. www.pieb.com.bo/.../Galo%20Illatarco_InterpretacionHistoricaFiestaAlasita. pdf

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